viernes, 21 de marzo de 2014

POR LA ELIMINACIÓN DE LA DISCRIMINACIÓN RACIAL


Hoy 21 de marzo, en el Día Internacional de la Eliminación de la Discriminación Racial, no quiero dejar de escribir unas líneas dedicadas a recordar a todas aquellas personas que tomaron la difícil decisión de alejarse de los suyos y emprender un proyecto de vida en otras tierras en la búsqueda de mejores condiciones de vida para sus familias.

Una misma meta compartida por cientos de millones de personas pero con un sinfín de caminos para lograrla. Unos más “afortunados” que, pese a las inclemencias u obstáculos encontrados han podido lograrla con más o menos éxito y otros más dramáticos que terminaron en tragedia. ¿Cuál fue la clave para que unos lograran llegar a la meta y otros perdieran la vida en su intento por alcanzarla?

Pudiéramos hacer un listado bastante amplio pero, sin ninguna duda, un factor común tiene que ver con lo fácil o difícil que los demás hacen el camino de tránsito. Y ahí es donde entran en juego las políticas en cuanto a las migraciones.

Las personas migrantes constituyen un grupo particularmente vulnerable, cuyos derechos no sólo como trabajadores sino también como seres humanos son sistemáticamente violados. Por lo general son objeto de actos de discriminación y hostilidad de raíz xenófoba. Según la Organización Internacional para las Migraciones, "los migrantes se convierten cada vez más en chivos expiatorios de todo tipo de problemas internos que hoy aquejan a diversas sociedades, en particular el desempleo, la delincuencia, las drogas e, inclusive, el terrorismo".

Hoy, en plena era de “modernidad” en la que el ser humano ha marcado un sinnúmero de hitos y ha logrado superar muchas barreras en diferentes ámbitos, resulta irónico que los derechos humanos más básicos van en claro y fuerte retroceso. Especialmente los países ricos, aunque el mismo mensaje atañe a todos, cada vez hacen la vida más difícil para las personas que migran con políticas discriminatorias: Ponen vallas en sus fronteras cada vez más altas y peligrosas, utilizan un despliegue asombroso de tecnología de guerra para intimidar a los más vulnerables, decreto a decreto legalizan prácticas que en otro contexto serían verdaderos crímenes de lesa humanidad, habilitan cárceles sin ningún tipo de respeto a la mínima dignidad de las personas, fomentan un espíritu de asedio hostil en las calles.

Pero no todo se circunscribe al terreno institucional. Las sociedades también tienen su parte de responsabilidad en este asunto al adoptar una actitud hostil en el caso de numerosos migrantes indocumentados o en situación irregular, incluidas las víctimas de la trata de personas, que son vulnerables a las violaciones de sus derechos humanos.

A menudo la violencia física y otras violaciones de derechos se cometen contra personas cuyo color, aspecto físico, indumentaria, acento o religión distintos de los mayoritarios en el país de acogida, independientemente de cuál sea su situación jurídica.

En el último decenio se ha registrado un recrudecimiento inquietante de la intolerancia, la discriminación, el racismo y la xenofobia, expresados en franca violencia contra los migrantes, prácticamente en todas las regiones del mundo. Las nuevas tecnologías de la comunicación, los medios masivos, e incluso Internet, se utilizan para difundir propaganda racista y xenófoba contra los migrantes. Por su doble marginación como mujeres y personas que migran, las trabajadoras migrantes pueden encontrarse fácilmente en una situación de vulnerabilidad a la violencia y a los abusos, tanto en el ámbito doméstico como en el laboral. El intercambio de favores sexuales por el permiso de tránsito, práctica frecuente en algunas fronteras, es también una forma de persecución de las mujeres migrantes fundada en el género. Las trabajadoras migrantes predominan en el mercado laboral no estructurado de la mayoría de los países, realizando tareas domésticas, industriales o agrícolas o trabajando en el sector de los servicios.

Por todo esto hacemos bien en recordar no solo un día sino permanentemente que todos tenemos la responsabilidad de denunciar y erradicar continuamente las actitudes xenófobas, pues aunque logremos corregir las leyes contra la discriminación, llevará mucho tiempo más eliminar los prejuicios contra las personas migrantes.

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