jueves, 13 de febrero de 2014

NI UN SOLO ATISBO DE HUMANIDAD


Hace apenas unos días los ministros de Interior de los seis países más grandes de la UE como son España, Alemania, Francia, Reino Unido, Italia y Polonia, además de representantes de la administración estadounidense acordaron medidas para endurecer aún más las controles y las fronteras en su lucha contra el terrorismo internacional, la inmigración y la delincuencia organizada. ¿Notas algo raro en esto? Yo sí: ¿a cuento de qué viene a ser equivalente la migración con el terrorismo y la delincuencia organizada?

Uno podría imaginar que una reunión de tal nivel podría ser una magnífica oportunidad para abordar los temas de seguridad por una parte y por otro gestionar mejor los movimientos migratorios. A la vista de las vidas humanas que se pierden cada año tan solo para llegar a Europa y los graves acontecimientos ocurridos en estos meses quizás los responsables serían profesionales y al menos tener en cuenta lo que la ciudadanía, la Ley y las investigaciones apuntan.

Efectivamente, en esa reunión estuvo presente la tragedia de Lampedusa e incluso la noticia de la muerte de más de una decena de inmigrantes que intentaban acceder a nado a la ciudad española de Ceuta. Más aún, saben perfectamente  que la Primavera Árabe y los conflictos vividos por otros países de la región subsahariana han sido factores que incrementan el número de personas que tratan de escapar hacia España y Europa.  ¿Han reflexionado los allí reunidos en cómo salvar vidas? ¿Han abierto alguna vía para aliviar la grave situación de los refugiados?

Pues bien, a pesar de que los allí reunidos eran totalmente conscientes de estos hechos y "lamentaron profundamente" las  muertes ocurridas, lo cierto es que no se les vió ningún atisbo de humanidad para reconocer que sus políticas y medidas están equivocadas y que habría que repensar cómo prevenir esas tragedias. Todo lo contrario. ¡Episodios como los de Ceuta o Lampedusa se atribuyen a los avances logrados en la lucha contra la inmigración! "Se cierra una vía de acceso y se abre otra, lo que genera que la presión de la inmigración ilegal sobre Ceuta y Melilla se haya intensificado", manifestó el ministro de interior español. 

Y ese mensaje no es fortuito. Se sabe perfectamente que operan mafias, cómo lo hacen y no descarto que hasta las tienen identificadas. Se sabe perfectamente que al reprimir lo único que se logra es obligar a los migrantes a cambiar los métodos utilizados para entrar en Europa, todavía más desesperados y arriesgados que los de antaño:

a) Usar un transporte en una embarcación a motor que puede costar unos 1.500 euros y se llegan a pagar 6.000 si lo hacen escondidos en dobles fondos de los vehículos. Estos métodos son los más caros a los que solo pueden acceder unos pocos, a pesar de su peligrosidad. 

b) La mayoría apenas logra ahorrar unas euros que destinan para arriesgarse a navegar desde Marruecos a Ceuta y Melilla en simples balsas de playa, utilizadas también para cruzar el Estrecho en una terrorífica travesía en la que la única esperanza es alcanzar alguna playa andaluza o ser interceptado por las embarcaciones de la Guardia Civil.

o c) Cruzar las vallas establecidas en los perímetros de las dos ciudades autónomas es la opción más barata y también una de las que menos posibilidades de éxito ofrece por el férreo dispositivo que habitualmente despliega la Guardia Civil.

Se sabe todo esto pero, lejos de que sirva como tema para la reflexión y el debate, lejos de abrir nuevos mecanismos conjuntos más humanizados de gestión de las migraciones,  lo que se intenta hacer ante la opinión pública es descargar toda la responsabilidad de las muertes en las mafias que trafican seres humanos y en los propios migrantes a la vez que alabar y endurecer las medidas de control totalmente represivas.

No puedo menos que estar de acuerdo con las palabras del escritor y periodista Manuel Rivas cuando dijo:

"Mientras se producía la tragedia en las alambradas del Sur, se reunían en Cracovia los ministros de Interior de los seis países más poderosos de la Unión Europea 'con el objetivo de mejorar la lucha contra el terrorismo internacional, la inmigración irregular y la delincuencia organizada'. No acabo de entender qué pinta ahí la inmigración, emparedada entre el terrorismo y la delincuencia. Lo único que tiene en común un inmigrante con un terrorista o un mafioso es el ser tratado, cada vez más, como un asunto de policía. La inmigración no es el problema. El problema está en la política mugrienta [...] La Unión Europea es la principal vendedora de armas a los países africanos y muchos inmigrantes huyen de regímenes o de facciones que utilizan esas armas. Mientras, se han eliminado gran parte de los proyectos de cooperación."
Los inmigrantes no son el peligro.


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