martes, 31 de diciembre de 2013

EL PODER DE LOS HECHOS COMO RESPUESTA A LOS DISCURSOS CATASTROFISTAS ANTI-INMIGRACIÓN

Despedimos el 2013 con los mejores deseos para que el próximo año sea un año con mejores perspectivas en todos los sentidos y queremos hacerlo con algunos datos positivos que por sí solos deberían mover al menos a razonar a quienes sostienen y apoyan discursos catastróficos sobre las migraciones de personas.

Ayer escribía sobre las iniciativas del partido derechista alemán Unión Sociocristiana (CSU) que pretende obstaculizar a los inmigrantes el acceso al sistema social alemán llevando a cabo una suspensión general de la remuneración de las prestaciones sociales a los inmigrantes durante los primeros tres meses de estancia, entre otras propuestas restrictivas. Esto lo hace, según el partido, para que el sistema social alemán no se "sobrecargue" con la llegada de población extranjera en sus territorios.

Hoy escribiré un poco sobre otras medidas en esa misma línea que Reino Unido está poniendo en marcha en estos días. En palabras del propio primer ministro británico David Cameron, "vamos a cambiar las reglas para que nadie pueda venir a este país esperando obtener beneficios laborales inmediatamente; no se los pagaremos durante los tres primeros meses", ha anunciado.

Son medidas severas dirigidas a obstaculizar el acceso laboral, social y sanitario a las personas que migran a ese país, con miras a frenar una supuesta "avalancha" de migrantes provenientes de Bulgaria y Rumanía, que tendrán libre circulación por la Unión Europea a partir de 2014.

Una de las últimas medidas conocidas estos días es el plan que está ultimando y que contempla cobrar a los inmigrantes prescripciones médicas por servicios de emergencia, como también por consultas a dentistas y oftalmólogos. Se evalúa además cobrarle a extranjeros por servicios primarios como cirugías menores realizadas por médicos de familia, además de tratamientos de fisioterapia. El Gobierno británico estudia también la introducción de un nuevo sistema para identificar y registrar a los pacientes que no tengan acceso libre a la sanidad pública.

Independientemente de una medida u otra que están tomando estos países europeos, lo cierto es que estas se fundamentan en ideas y razonamientos preconcebidos desde una perspectiva de claro rechazo a la libre circulación de personas. Basta ver cómo justifican: 
"El abuso continuo de la libre circulación europea a través de la emigración por pobreza amenaza la aceptación entre los ciudadanos del libre tránsito y lleva a los municipios a los límites de su capacidad financiera".
"Las autoridades expulsarán a quienes no estén aquí para trabajar".
"Vamos a cambiar las reglas para que nadie pueda venir a este país esperando obtener beneficios laborales inmediatamente."
"La libertad de movimiento dentro de Europa tiene que ser menos libre"
"Se pretende erradicar el abuso al sistema nacional de salud"
Se trata de un "método justo" para "los contribuyentes que lo financian".
Ideas como estas son las que forman un discurso ideológico que, al menos, invoca al recelo y rechazo de la población extranjera, cuando no a la xenofobia y discriminación explícita. Pareciera que quien nace en un país y decide establecerse en otro es prácticamente una plaga a frenar, a extinguir. Alguien que únicamente migra para aprovecharse del sistema de bienestar y sus recursos en deterioro y perjuicio de la población autóctona.

Sin embargo, ¿qué dicen los hechos sobre las acusaciones hacia la población migrante?

Que la población migrante no solo no abusa del sistema de bienestar, sino que contribuye a sostenerlo y a equilibrar la balanza de las economías mundiales. Justamente el informe reciente del Centro de Investigación Pew (en inglés) habla del papel de la migración de los trabajadores en el crecimiento de la economía mundial y la distribución más equitativa de los ingresos.

Según este informe, las remesas que los inmigrantes envían a sus familias en sus países de origen ascienden actualmente a más de US$ 500.000 millones por año, cifra que triplica los montos que se registraban en 2000, dándole un impulso económico mayor a las naciones más pobres. De hecho, estos recursos aportan 8% del Producto Interno Bruto (PIB) de las naciones de bajos ingresos.

Para muestra, los emigrantes españoles enviaron a su país en un solo trimestre (entre junio y septiembre) 1.643 millones de euros. Es más dinero del que se había remitido en un solo trimestre antes. Las remesas, que antes de la crisis eran un fenómeno vinculado a los inmigrantes que desde España enviaban parte del salario a sus países, son de nuevo un carburante para la economía de muchas familias residentes en España.

Pero, ¿existe realmente el peligro de una "avalancha" de población migrante en este caso de Rumanía y Bulgaria hacia Gran Bretaña? 

Lo cierto es que la propia Comisión Europea y hasta los países afectados consideran que no hay nada que temer, porque no habrá grandes movimientos de población. La Comisión Europea no cree que el fin de las restricciones vaya a suponer una desbandada. “La mayoría de los que querían mudarse a la UE ya lo han hecho”, sostiene un portavoz comunitario.

El discurso cada vez más duro que sale de Londres ha indignado en Bulgaria y Rumanía. Rosen Plevneliev, presidente de Bulgaria alertó de que la tendencia al aislamiento daña la reputación británica. “Los búlgaros se están haciendo estos días muchas preguntas sobre la democrática, tolerante y compasiva sociedad británica”, añadió, mientras que el ministro rumano de Exteriores, Titus Corlatean, mostró su furia con los políticos británicos “xenófobos y populistas”, a los que acusó de ser poco profesionales y de confundir a su electorado en el debate sobre la inmigración. “El 40% de los rumanos en Reino Unido tienen un título universitario. Es el porcentaje más alto entre las comunidades extranjeras en la sociedad británica”, aseguró Corlatean.

En realidad, "los estudios han demostrado de forma consistente los beneficios del libre movimiento de trabajadores para las economías de los dos países, del que recibe y del que se va”, sostiene un portavoz de la Comisión Europea.

¿Y qué sucede con el supuesto abuso del acceso sanitario?

La Asociación Médica Británica (BMA por sus siglas en inglés) ya ha advertido de que la reforma podría ser contraproducente si los profesionales médicos terminan dedicando demasiado tiempo a rellenar papeles, temiendo que la administración gaste en trámites burocráticos más dinero del que recuperará con las nuevas tasas. Para Chaand Nagpaul, que encabeza el comité de médicos de familia de la BMA, "es imposible contar con un sistema que rechace atender a pacientes con serios problemas de salud o cuya condición genere riesgos potenciales a la salud pública".

¿Qué opinión tienen otros grupos sociales sobre este tema?

Afortunadamente cada vez son más abundantes y variadas las voces que critican las propuestas para frenar la entrada de extranjeros, tanto legal o ilegal como procedente de fuera o de dentro de la Unión Europea. En las últimas semanas, desde el presidente de Bulgaria al expresidente de Polonia, desde el líder de los católicos ingleses a altos cargos de Naciones Unidas, desde comisiones parlamentarias a los ministros liberal-demócratas de más peso o destacados centros de estudios conservadores han coincidido por distintos motivos en criticar la agresiva política antiinmigración del primer ministro.

De hecho, dentro del mismo gobierno británico hay razonamientos más reflexionados. El propio ministro de Negocios, Vince Cable, ha declarado: “De tiempo en tiempo tenemos esa histeria sobre la inmigración; yendo atrás recuerdo los ‘ríos de sangre’ de Enoch Powell y si vamos un siglo atrás tenemos la histeria sobre los inmigrantes judíos. La responsabilidad de los políticos cuando la gente está ansiosa es intentar tranquilizarles explicándoles los hechos, en lugar de recurrir a medidas populistas que hacen daño”.

Incluso cinco conocidos centros de estudios alineados en la centroderecha critican la propuesta de fijar un límite al número de personas que pueden migrar en una carta conjunta publicada en The Guardian. “El tope en inmigración es un tope en la innovación que las industrias británicas necesitan para desarrollarse”.

Y a todo esto, ¿qué opina la propia población británica sobre la inmigración?

Que pesar de la guerra anti-inmigración de los políticos del Reino Unido, más de dos tercios de los británicos dan la bienvenida a los inmigrantes rumanos y búlgaros.

Un reciente sondeo de opinión de Ipsos Mori para British Future revela que el 68 por ciento de los británicos apoya los derechos de los inmigrantes potenciales de Rumania y Bulgaria que deseen vivir y trabajar en territorio británico, y expresa su satisfacción ante la posible llegada de migrantes del este de Europa a su país.

A pesar de la propaganda negativa de los políticos británicos al respecto, el nuevo sondeo probó que sólo el 24 por ciento cree que la restricción de la libre circulación de las personas durante su estancia en la UE, debe ser una de las prioridades del Gobierno.

En resumen, al analizar cada razonamiento detrás de los discursos y medidas en contra de las migraciones, al contrastarlos con los datos objetivos y ver el cuadro completo, podemos apreciar claramente el poder de los hechos como respuesta a los discursos catastrofistas antiinmigración. Hoy por hoy esto debe ser motivo de satisfacción que nos motive a ver el futuro con un poco de optimismo.

Feliz 2014 :-)

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