domingo, 29 de diciembre de 2013

A PESAR DE LA CRISIS, ¿REGRESAR O QUEDARSE?



En plena crisis económica de España, todavía nos encontramos con titulares como este: "A pesar de la crisis, el 57% de los inmigrantes que viven en España quieren quedarse", es decir, prácticamente la mitad de inmigrantes que ya había hasta hace unos años decide quedarse mientras la otra mitad marcharse o bien de regreso a su país de origen o bien migrar a otro país.


¿Regresar o quedarse? El dilema no es simple. No tan simple como hacer las maletas y tomar un bus o un avión. Para las personas que migran tomar esta decisión no es nimiedad cuando el proyecto de vida entero no solo personal sino familiar está en juego. Tomar la decisión de marcharse del país de origen ya tuvo un coste alto: Marcharse con lo básico en un par de maletas y muy probablemente con deudas que saldar. Dejar a la familia, amistades, comunidad y rutina de vida hacia un lugar prácticamente desconocido del que solo se tiene una breve referencia y en el mejor de los casos, se ha visitado brevemente. Eso sin tomar en cuenta las condiciones del viaje, pues si hablamos de un viaje clandestino en el que se pone la propia vida en riesgo el viaje adquiere tintes verdaderamente dramáticos en los que se sale, pero no se sabe si se llega.

Y aún así, el "llegar" no es para nada un sinónimo de triunfo. Es apenas el comienzo de la carrera por la supervivencia en esa tierra desconocida. Es encontrar un familiar, un amigo, un conocido, que pueda ofrecer un lugar dónde recostar la cabeza al menos por unos días, es encontrar una forma de obtener los primeros ingresos, aunque sea solo para comer, es caminar y caminar por las calles interminablemente hacia una meta con el camino poco claro, puede que incluso escondiéndose para no ser atrapado.

Todo este "viaje" puede ser razonablemente corto o dolorosamente largo. Todo depende de "la suerte" que uno tenga. Todo depende de lo fácil o difícil que el camino se vaya haciendo cada día, si se anduvo en círculos, si se retrocedió en el camino.

Después de años de luchar por la vida y de conseguir algunos logros no sin esfuerzo y dolor, puede entenderse que el dilema "regresar o quedarse" no sea una decisión tan fácil, especialmente cuando no se han logrado superar las condiciones que empujaron a migrar, o cuando la vida ya está más construida en destino que en origen. No es tan fácil decir "regreso" cuando ya no es una sola persona la que migra sino toda una familia. Cuando los hijos han nacido y crecido en destino, están haciendo su vida, cuando su origen es el país de destino de los padres. ¿Regresar o quedarse? Hay muchísimas cosas en juego.

No es descabellado, por tanto, comprender que muchas familias quieran "quedarse" aún con la crisis. No es descabellado entender que las personas que migran pidan que el acceso a las prestaciones ha de ser indistintamente para españoles e inmigrantes, que se pueda disfrutar del derecho de vivir con la familia, o poder cobrar un subsidio de desempleo después de haber cotizado a la seguridad social, votar en las elecciones municipales y obtener la nacionalidad. No es descabellado que simplemente pidan ser un ciudadano/a más de la sociedad que han elegido ser y sentirse parte, como un igual. Ni más, ni menos, como un igual.


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